miércoles
un día
alguien me tocó el timbre,
no supe cómo caminar
por el pasillo,
y la luz por las rendijas
entrometiéndose
me acusaba, señalándome,
de asesina.
tenía un miedo
que sangraba,
había una falsa guía
y un tutor escondido,
la planta caía enredándose
y yo no tenía más que un aroma
en el aire,
una culpa de cenizas.
tiene ganas de saltar
;
lleva un desenfoque
en el medio de la frente
le arden las piernas
de tanto frotarse- el frío
y un amague constante de luces
también persigue una oscuridad
que se acucurra, se ACURRUCA
hasta que pierden sentido las palabras,
la fonología debajo de
la línea,
las manos en los bolsillos
encerrando las incertidumbres.
me preocupa, sabés
tener que escribir en rojo:
el chasquido del verano,
dar un golpe de más
y que te sonrojes,
en medio de los vicios
de mediodía,
y la selva;:
podría ocurrir que se me antojaran
uno o dos momentos de otoño
sentándome sola, junto al cordón de la vereda
atando desencuentros,
sincronizando terremotos
y explotando las heridas.
podría ocurrir que soñara
- y esto justamente -
que tu cara se desprende,
que ya no la recuerdo